A Sayago
no le llega la señal de TV
española
por la niebla,
pero no impide la sintonía portuguesa.
Y esa visión llena todo su corazón.
Gracias a la niebla
por la raya sale el Sol
borrando la soledad.
A la despoblación le ha llegado la profundidad de la realidad injusta del abandono.
Pero la falta de señal no ha podido dejar de perdurar la noche espiritual de la soledad.
Y a Portugal Sayago jamás lo podrá olvidar.
Sus puestas de Sol vienen de la mar
y llegan a Sayago para desahogo de su grito silencioso al centralismo que no sale para transmitir luz y señal a su poniente,
cansado ya de ser paciente por el ahogo en el abismo olvidado.
Pero no pasa nada, conservamos el silencio y el entorno portugués con tanto calor que desprende cercano su amor de horno humano, más que la inversión central desigual en la señal lejana que España emite a la llama de las encinas de las gentes sayaguesas.
Sí a esas.